ORIGEN DE LA ORDEN BASILIANA

Nuestros Santos Fundadores

Antes de presentar la historia de las Hermanas Basilianas de la Provincia Religiosa “Cristo Rey” en la Argentina, es oportuno desplegar una síntesis sobre el origen de la Orden Basiliana y su existencia en el mundo a través del tiempo.

Se trata de la Orden Religiosa más antigua de la Iglesia de Cristo, cuyos fundadores son San Basilio y Santa Macrina y la Historia los ubica en el siglo IV.

Los antepasados de estos santos tanto paternos como maternos pertenecieron a las más distinguidas familias de la Nueva Cesarea. Sobre todo, se destacaron como confesores de la fe y sus virtudes cristianas fueron acrisoladas en sus abuelos durante la persecución a los cristianos llevada a cabo por Diocleciano y Maximiliano, que los obligo a vivir errantes en las montañas del Ponto durante siete años. San Gregorio de Nisa atribuye su supervivencia a un milagro de Dios.

Por esta causa perdieron todas sus riquezas y posiciones que luego, en tiempo de paz, volvieron a recuperar.

Rara vez se encuentran tantos santos en una misma familia: la abuela paterna Macrina, Basilio y Emelia (esposos), y sus hijos Marina, Basilio arzobispo de Cesarea, llamado el Magno, Gregorio obispo de Nisa, Pedro obispo de Cebaste y Naucracio. En total se sabe de nueve hermanos, cinco mujeres y cuatros varones. Cabe destacar que el abuelo materno murió mártir testimoniando la fe en Cristo.

En este clima de santidad esta familia aprendió las Sagradas Escrituras, a orar los Salmos, a vivir el mandamiento de la caridad sobre todo con los menesterosos y a llevar una moral digna y santa.

San Basilio Magno

Basilio nació en el año 329 en Cesarea de Capadocia, hoy Kayseri, Turquia. Talentoso y sagaz curso sus estudios en las capitales de Cesarea, Bizancio y finalmente Atenas. Allí llegó a la cúspide del saber de su época.

Al regresar a su tierra laureado por la sabiduría y la gloria, la Nueva Cesarea le ofreció la conducción de todas las ramas de enseñanza. Pero en su corazón ardía la atracción por una vida evangélica, y bajo la influencia de su hermana Macrina renunció al placer de la fama y a las vanidades que el mundo le ofrecía a cambio de la silenciosa vida de monje.

Entendió en el Evangelio que no había mayor perfección que la respuesta generosa al llamado de Cristo: “Si quieres ser perfecto, anda vende cuanto tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después ven y sígueme.”(Mt 19.21).

Se puso en camino para conocer la sabiduría de los ascetas ubicados en Siria, en Alejandría, en Palestina y en los desiertos de Egipto. Al volver de su exploración se instalo como ermitaño en las montañas del Ponto, junto al rio Iris, maravillado de la belleza del lugar, en la tranquilidad y paz que ningún lugar de la tierra le había brindado antes. Entendió aquí que la vida eremítica no respondía del todo al llamado de Jesús a vivir la caridad con el prójimo, y por ello, comenzó la vida comunitaria, rodeado de sus amigos y discípulos, quienes recopilaron sus enseñanzas basadas en las Sagradas Escrituras conformando las Pequeñas y Grandes Reglas, convirtiéndose en el legislador monástico por excelencia.

Estas reglas o normas de vida sirvieron también para las órdenes religiosas femeninas, comenzando por el primer monasterio de su hermana Santa Macrina y su Madre Santa Emelia. Él mismo lo dice “Porque hay no solo monasterios para hombres sino también para mujeres, estas reglas monásticas obligan tanto a los monjes como a las monjas” (5 Becid ct. 44).

Un nuevo llamado de Dios se hizo sentir a través de Eusebio, el obispo de Cesarea, quien lo convocó a la vida activa de la Iglesia y lo ordenó en el ministerio sacerdotal: “No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de una montaña, ni se enciende una lámpara para ponerla bajo el celemín” (Mt. 5,14-15).

Al morir Eusebio en el año 370, Basilio fue designado su sucesor en el episcopado y Metropolita en toda la Capadocia, la más importante región de Asia Menor.

Su acción pastoral se distinguió sobre todo por el empeño en defensa de la fe contra el ataque herético de los arrianos, la búsqueda de la unidad de la Iglesia y el cuidado de las necesidades más inmediatas de los hombres, llevando a cado una espléndida labor humanitaria.

Fueron tantos los institutos de asistencia para los menesterosos, peregrinos y huérfanos, y los hospitales para los enfermos con habitaciones anejas para los médicos y auxiliares, que concluyó siendo un vasto complejo de beneficencia llamado Basiliada, a la salida de la ciudad de Cesarea. Se dice, que el mismo Basilio junto a sus monjes algunas veces sirvió allí a los necesitados.

Preocupado por los pobres solicitó el favor de los ricos, y ante los magistrados exigió la revisión y exoneración de los impuestos.

Escribió numerosas cartas, manteniendo una fluida comunicación con los colegas orientales, y con los obispos de occidente y el Papa Dámaso para obtener una benéfica intervención, convirtiéndose en el principal sostén contra las herejías en la Iglesia de Oriente. Su afán fuer extender a su rebaño la palabra de Dios y las asambleas litúrgicas.

La liturgia de su autoría actualmente se sigue celebrando en las Iglesias Orientales.

Su obra ascética se convirtió en código y fuente de inspiración para los fundadores de órdenes y congregaciones de occidente, y sigue vigente porque su fuente es el Evangelio y ve como objetivo de la vida monástica el mandamiento del amor.

Su espíritu se refleja en sus obras: dogmáticas, ascéticas, morales, discursos, homilías, cartas, dos tratados en defensa de la unidad y un tratado sobre el Espíritu Santo, etc.

Las incomprensiones, el trabajo y las mortificaciones gastaron prematuramente su salud falleciendo a los 49 años, el 1 de enero del año 379.

En el oficio litúrgico en su honor se canta “has tomado virtudes de todos los santos, Basilio, nuestro padre: de Moisés la mansedumbre, de Elías el fervor, de Pedro la confesión, de Juan la teología…

Santa Macrina

Macrina (328) fue la hija mayor de la familia. Su madre desde pequeña la alejó de las fantasiosas mitologías griegas orientándolas hacia la verdadera filosofía de las Sagradas Escrituras, y ofreció a sus manos labores femeninas con sanas melodías de salmos que elevaban su alma al Creador. Su belleza física armonizó con la belleza espiritual.

Estaba dotada con un espíritu tenaz y una inteligencia profunda en ella el fervor contagioso y decisivo que los condujo a la vida de perfección siguiendo los consejos evangélicos.

A los doce años, como era costumbre de la época, sus padres la comprometieron con un destacado joven, que sin embargo falleció a temprana edad. Macrina vio en esto que la Divina Providencia le había escogido para integrar el coro de las vírgenes, por lo que renunció a toda nueva propuesta, excusándose que debía guardar fidelidad al compromiso contraído.

Al morir su padre (345), muy joven aún, debió encargarse de las posesiones distribuidas en tres provincias, y junto a su madre asumir la educación de los hermanos más pequeños.

Mientras Basilio peregrinaba para aprender el ascetismo de los grandes orantes. Macrina se había retirado ya junto a su madre a la apacible solidad del Ponto en Annesis, previa distribución de las posesiones a sus hermanos, y venta de lo que a ellas le correspondía y entrega del precio a los pobres.

Animadas por este movimiento monástico se sumaron a ellas sus siervas y algunas vírgenes y viudas de destacadas familias, con quienes conformaron una comunidad de bienes y de espíritu, respondiendo al llamado de Jesucristo: “Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Después ven y sígueme llevando la cruz” (Mc. 10,21). En esta nueva forma de vida Macrina era guía y maestra.

En principio se rigieron tan solo por los consejos evangélicos, más tarde recibieron las reglas de Basilio. Como dice el mismo santo en el prefacio a su obra ascética, demostrando que el simbolismo guerrero que Pablo aplica a la vida cristiana sirve plenamente para la mujer, y recuerda el papel importante de las mujeres en torno a Jesús “Apóstoles de los apóstoles” las llama la Liturgia Bizantina, refiriéndose a las que llevaban los perfumes al sepulcro y fueron las primeras testigos de la resurrección.

“Estas palabras (del apóstol) no son válidas solamente para los hombres, porque las mujeres también pertenecen a la milicia de Cristo por la fortaleza de su alma, muchas mujeres se distinguen tanto como los hombres en la guerra espiritual, algunas incluso les aventajan. No eran solamente hombres, sino también mujeres quienes seguían a Jesús, y El aceptaba igualmente ser secundado por mujeres y por hombres. En sus reglas Basilio tenia en cuenta también los monasterios de mujeres, todas las reglas de la vida monástica obligan tano a los monjes como a las monjas.

Su hermano Gregorio refiriéndose la vida de estas mujeres dice: “Regla la igualdad en el vestir, en la comida y en los aposentos, no había diferencia de clase ni privilegios. Sus vidas eran tan santas y elevadas su perfección que es imposible describirla; se las podría comparar con almas de los bienaventurados. Sus corazones purificados estaban alejados de toda vanidad. Su gozo era la continencia, su gloria pasar desapercibidas, su ocupación la contemplación de las realidades divinas, su riqueza el ser pobres y su fuerza la postración”.

A fines del 379, Macrina enfermó de muerte. Su hermano Gregorio, obispo de Nisa, quien escribió su vida, relata que por destino de Dios la fue a visitar después de ocho años de ausencia. Al ingresar a su morada, se conmovió ante la escena: su hermana yacía sobre una table en el sueldo mientras otra tabla, bajo la cabeza, le hacía de cabezal. Al verlo se incorporó cuanto pudo sobre su lecho y dijo: “Oh Dios, me has concedido esta gracias y no dejaste sin satisfacer mi deseo, pues has movido a tu siervo para que venga a ver a tu servidora”. Lágrimas brotaron en este encuentro. El recuerdo recayó sobre Basilio, ella lo tomó como punto de partida para la más alta filosofía, discurrió sobre las tribulaciones, la existencia del hombre, la muerte, la vida eterna. A pesar de los dolores del cuerpo y la devoradora fiebre, su ánimo no decaía, como inspirada por la fuerza del Espíritu Santo y llevada por el éxtasis fluían sus palabras en las reflexiones más elevadas, recordaba y bendecía al Señor por los grandes beneficios derramados sobre su familia, y animaba a los presentes.

Cuando ya no pudo hablar a los humanos su voz se hizo tan solo oración. Por último, puso la mano sobre el rostro para signarse, concluyendo al mismo tiempo la oración y la vida.

Exaltadas por el dolor las vírgenes rompieron en llanto, y entre sus lamentos gritaban “Se ha apagado la lámpara de nuestros ojos, nos ha sido arrebatado la luz que guiaba nuestras almas, se ha desvanecido el sostén de los débiles, cayo el amparo de los débiles, cayo el amparo de los enfermos… Mayor dolor aún demostraban aquellas que la tenían como madre y a quienes Macrina había recogido en tiempo de hambre, cuando erraban por los caminos, y que las había criado y cuidado, conduciéndolas a una vida pura y sin corrupción”.

Vestiana, mujer noble y santa que la acompaño desde el principio, cubrió su cuerpo con un manto oscuro que fuera de Emelia, su madre. Pero por el poder de Dios su belleza irradiaba resplandores, como en una visión previa a su muerte Gregorio había contemplado cuando, dirigiéndose al monasterio de Macrina, se vio portando en sus manos reliquias luminosos de mártires.

El rumor de su muerte se esparció por doquier, Se hizo presente el Obispo del lugar y el presbiterio en pleno. Una multitud cada vez mayor, fluía en torno a su féretro El sumó a las voces de las vírgenes y la de los varones a los monjes, conformando la salmodia un armonioso coro. La falta de espacio físico hizo que se avanzara lentamente hacia la Iglesia de los 40 Mártires, precedían el féretro una muchedumbre de diáconos y siervos, en ordenadas filas, portando cirios en sus manos. Todo daba el aspecto de una procesión mística.

Después de conmovedoras plegarias, la Gran Macrina fue sepultada en el panteón familiar junto a su santa madre.

Durante su vida poseyó el don de milagros. San Gregorio narra algunos como sano el ojo de una niña ciega. En tiempo de hambre multiplicó el trigo para los pobres. Sano un tumor en su pecho, cuando su madre quiso llamar a los médicos pasó la noche en oración postrada en el suelo, con sus lágrimas amasó el barro que colocó sobre su herida y cuando solicitó a su madre que la signara con la cruz, la herida había desaparecido, quedando como señal una leve cicatriz. Tenía el poder de echar a los demonios y, según escribe su hermano, realizó muchos milagros más.

Esta heroína goza en al Iglesia del elogio y del oficio que se reza en honor de las vírgenes mártires, por su vida de asceta y entrega en la fe. Su fiesta se celebra el 19 de Julio.

Las Hermanas Basilianas a través del tiempo

Los monasterios basilianos se diseminaron en el imperio Bizantino ya durante la vida de sus Fundadores San Basilio Magno y Santa Macrina, extendiéndose luego a Sicilia, sur de Italia, a Galia, España y África. Más tarde los hallamos en territorios del centro Europa.

Esta expansión fue impulsada por el espíritu evangélico y por la excelente organización de los monasterios, como así también por fruto de constantes persecuciones.

Las reglas y constituciones fueron aprobadas por los papas Liberio (363), Damaso (373) y León I (456). Aproximadamente en el año 400 fueron traducidas al latín.

Los monasterios basilianos dieron a la Iglesia santos papas, obispos, mártires. confesores de la fe, e innumerables santas.

Tras las huellas de Santa Macrina, la primer guía y maestra del monacato femenino, siguieron un sin número de mujeres, vírgenes y viudas; algunas socorridas en la máxima pobreza, y otras hijas de reyes y de familias aristocráticas, como Santa Puljeria, Sopatra Antuza, Santa Eufrasia, Cenclita y Patricia, que renunciaron a grandes riquezas terrenas y honores a cambio de los bienes eternos que le ofrecía la vida pobre y evangélica de la -comunidades basilianas. También se destacaron por su santidad Teotista de Lieshu, Eufrosinia de Alejandría, Paladia y Celidona. En el occidente las santas Principia, Benedicta, Eustolia, Pomilia, Redempta (que fue belleza de Roma) Elizabeth. Teodora Elena y Rosalía de Sicilia.

Durante los siglos de paz y libertad, los monasterios se multiplicaron de tal forma que en una misma localidad se encontraban varios de ellos. Debido a que las reglas de San Basilio ofrecían mejores posibilidades para llegar a la perfección cristiana, a la práctica de la caridad y por lo tanto a la santidad.

Con el iconoclasmo ( entre los años 700 y 800) la Iglesia de Cristo en el oriente sufrió una feroz persecución por venerar las imágenes sagradas. Los monasterios fueron centros de martirios, cumpliéndose las palabras de Cristo si me persiguieron a mi también los perseguirán a ustedes” (Jn . 15,20).

Como consecuencia desaparecieron innumerables monasterios y en otros se implantó la herejía. Muchísimos monjes y monjas alcanzaron la gloriosa palma del martirio y otros fueron deportados hacia territorios eslavos donde introdujeron la vida monástica. Cuando retornó la calma en el seno de la Iglesia se rehabilitó también la vida cenobítica

Alrededor de ( ) la Iglesia sufrió nuevas peripecias. Una huracanada persecución se suscitó en Asia Menor y se extendió a todo Bizancio, fue la conquista y ocupación de los turcos mahometanos, quienes liquidaron el cristianismo, los monasterios, de tal manera que apenas si quedó muestra alguna de lo que fue la gloria del catolicismo

De los monasterios basilianos no se conservó nada tampoco en occidente, al abandonar el elemento étnico griego en el sur de Italia y Sicilia como en el norte de África perdieron su acervo. Por otra parte, nuevas órdenes y congregaciones religiosas surgieron con ímpetu en la Iglesia de occidente.

En el siglo XVIII había un insignificante número de monasterios femeninos basilianos distribuidos en Sicilia, Nápoles y el más importante en Palermo (Italia) llamado ‘Korolivskiy’ de los reyes.

En la actualidad se encuentra el monasterio de Grottoferrata, que fue fundado por San Nilo, para varones y aproximadamente nueve monasterios femeninos con muy pocas religiosas, que del idioma griego pasaron al latín, autorizadas por el Papa Alejandro VI. Este les permitió rezar el oficio de los Dominicos y con autorización de Benedicto XI adoptaron el rezo del oficio romano, manteniendo la celebración de San Basilio

Las hermanas basilianas en Ucrania

Es verosímil que las monjas Basilianas hayan llegado a la Rus de Kiev con el cristianismo en el año 988 desde Grecia y Bulgaria. Los primeros monasterios se ubicaron en Kiev y luego se expandieron por todo el territorio de San Vladimiro el Grande.

En la historia aparecen nombres de varias monjas parientes de este santo, como por ejemplo Anastasia, Agata y Marta, que vivieron junto al primer templo cristiano, que fue dedicado en honor a San Basilio.

Ya en 1037 las crónicas registran algunos datos más precisos del monasterio de Santa Irene, habitado por monjas.

En general, los cronistas escriben muy poco sobre la vida monástica femenina, por que éstas no aparecían en la vida pública de la Iglesia, debido a su rigurosa clausura

Los monasterios gozaban de la protección y apoyo de los príncipes de los distintos estados. Y muchas monjas procedían de ilustrísima alcurnia y con fervor inmolaban sus vidas con rigurosos ayunos, vigilias , penitencias y oraciones.

Entre las más destacadas se nombra a Santa Eufrosinia (+1175) hija del príncipe Jorge, quien fundó la Iglesia del Salvador y junto a ella el monasterio donde Eufrosinia fue Superiora y directora en el camino hacia la santidad. Enriquecida con el don de leer los corazones, llena de amor y humildad, file ejemplo de virtudes para sus monjas. Incentivadas por su testimonio de vida su hermana, sobrinas y otras jóvenes de la familia real siguieron sus fervorosos pasos.

Otra fue la Revda. Paraskeva, mujer culta también de sangre real, ingresó en el monasterio fundado por Eufrosinia, se distinguió por la santidad de su vida, se ocupo en la transcripción de textos sagrados. Terminó su vida en Roma, hacia donde se dirigió junto a otras monjas, huyendo de la invasión de los tártaros. Después de su muerte. por su intercesión se realizaron muchos milagros y el Papa Gregorio X la canonizó en 1273

El resplandor de la vida monástica en Ucrania, duró poco tiempo. A medida que la vida del pueblo se fue deteriorando por las luchas internas socio políticas de los principados, lo fue también en desmedro de la Iglesia. Esta decadencia de la fe fue total con la invasión de los tártaros (siglo XIII).

Cuando se recupera parte de Ucrania gracias a la valentía de Danelo y su hijo León. por el occidente sufre la invasión polaca y con ella la latinización. Estos hechos impidieron el desarrollo ucranio en general e hirieron profundamente a la Iglesia y al monacato. La Iglesia Bizantino Ucrania debió ceder su lugar a otra Iglesia Católica. la Latina, y ubicarse en segundo plano.

Bajo este dominio, junto a los conventos polacos se edificaban escuelas con célebres profesores, incluso llamados del extranjero; apoyados por sus autoridades

rnientras la Iglesia local, desprotegida y falta de apoyo económico, en sus escuelas conventuales apenas lograba enseñar la lectura de los oficios religiosos, de las sagradas escrituras, el canto y en algunos lugares la escritura. Esto hizo agonizar a la Iglesia Ortodoxa. (Siglo XVI).

Los ucranios con aspiración a mayor cultura, forzosamente debían concurrir a las escuelas de los Jesuitas o estudiar en el exterior, y de esta manera también se latinizaban

Afortunadamente no faltaron mentes encumbradas entre los ucranios, que, iluminados por el Espíritu Santo, vieron en la unión oficial con Roma una venturosa salida a esta injusta y dolorosa situación. A esta idea Ucrania nunca había sido contraria, ya que la Iglesia Ortodoxa se estableció allí antes de la división de Celulario, y a través de los siglos se pueden constatar testimonios de buenas relaciones de los príncipes y reyes de Ucrania con Roma. Esto se concreta en 1595/6 cuando los Obispos Ipatio Potiy y Cirilo Terlechky en Roma confesaron la fe católica y reconocieron la autoridad del Papa sobre la Iglesia Ucrania y Bielorrusa. Luego esta Unión se ratificó y aceptó en el sínodo de Berest.

La Unión de Berest fue un hecho trascendental para toda la Iglesia Universal. La Iglesia Bizantino Ucrania, como novedoso retoño comenzó una nueva vidas beneficiándose de los bienes que le ofrecía Roma acumulados en 1.500 años. Gozaban de la amistad y protección de los Sumo Pontífices que la veían como posible puente para la unión con el Oriente. El renacer de la Iglesia Bizantina en Ucrania exigió arduo trabajo, lentamente se fueron abriendo los seminarios para elevar la formación del clero y a través de ellos se fue remozando toda la Iglesia. Este nuevo soplo de vida se hizo sentir también en los monasterios.

San Josafat y el Metropolita Belarmín Rutskey introdujeron una reforma muy importante en la Orden Basiliana. Este último recopiló un “Extracto de las Reglas de San Basilio” con aclaraciones precisas que se convirtieron en normas estables para las monjas que las llevó a la actividad del apostolado.

Con esta reforma los monasterios abrieron afamadas escuelas para sus monjes y para los laicos, con posibilidad de especializaciones en el extranjero. Aquí se adiestraron destacados defensores de la Unión que llegaron a dar su vida en defensa de esta causa.

Esto fue un aguijón que despertó a los ortodoxos no unidos a abrir centros de formación procurando ambos la superación en la competencia,

El siglo XVII fue tiempo de lucha entre los Ortodoxos unidos a Roma v los que rechazaban esta unión, época de renacimiento de los monasterios en ambos. porque sobre todo a través de ellos se llevaban las luchas religiosas.

A fines del siglo XVIII los Ortodoxos Unidos a Roma ganaron terreno en el occidente de Ucrania y Bielorrusia y con ello se restableció la calma. Menguó también la oposición política polaca a la Jerarquía de esa nueva Iglesia

El Rey Ivan III (Sbitskoho) y su sucesor Augusto II brindaron libertad y apoyo a la Iglegia Bizantina Unida garantizaron sus privilegios y favorecieron a las hermandades cofradías y monasterios como táctica hacia la latinización y polonización, sin embargo disminuyó el furor por la vida monástica.

Siguiendo las decisiones del Concilio de Trento, el Sínodo de Zamosk (1722) fortaleció el espíritu y el orden de los monasterios, pero a su vez la introducción de la

clausura determinada por el mismo, más la centralización que entró en vigencia por la Bula Papal Inter Plures” de Benedicto XIV redujo notablemente su número.

Al dividirse Polonia en el año (.. .) a consecuencia de (…..)

una parte de territorio ucranio quedó bajo dominio ruso y otra parte bajo Austria.

Bajo Rusia la Iglesia Bizantino Unida sufrió la persecución, los monasterios fueron incorporados al Estado. Viendo en los Basilianos la mayor fuerza de resistencia, se les prohibió la aceptación de nuevos candidatos o formarlos en el exterior. En 1837, se quitó toda suerte de autonomía a la Iglesia Bizantino Ucrania; los monasterios fueron liquidados y los monjes y las monjas insurrectas perseguidas por su fidelidad a la Iglesia de Cristo

Las religiosas mayores que habían sobrevivido fallecieron, y como no se admitieron jóvenes, terminó así en estas tierras la existencia de los monasterios de las Basilianas (fieles a Roma).

La táctica empleada por las autoridades austríacas fue distinta, tanto el gobierno de la Reina María Teresa y luego el de su hijo José II que no eran simpatizantes de los conventos, se encontraron con muchísimas congregaciones latinas y un buen número de monasterios basilianos.

La primera medida tomada respecto a los mismos fue realizar un censo de estas casas religiosas y evaluar sus bienes. De acuerdo a ello, por nueva disposición se concentraron los religiosos en determinados conventos y sus bienes se sumaron al tesoro del estado. De aquí se deduce que los conventos de las Basilianas eran pobres y se mantenían del trabajo de sus manos.

Un ejemplo tenemos en el monasterio de Lviv, que con ajustada subsistencia y capacidad para 11 religiosas, con esta disposición debió aceptar 28 miembros nuevos. Ante esta dificultad, después de expropiarse conventos latinos, les fueron devueltos a las monjas basilianas los suyos.

Otro eminente presagio de muerte fue la prohibición para recibir nuevas vocaciones al estado religioso. Pronto se hizo sentir las mermas en el número de miembros y a consecuencia se fueron cerrando muchas comunidades.

En 1789 quedaban tan solo dos casas de monjas basilianas, una en lavir y otra en Slovita. Ante esta catastrófica situación, la jerarquía de la Iglesia Greco Católica Ucrania, con el propósito de salvarlas de la extinción, se remitió por nota en 1804 a las autoridades austríacas, destacando la importancia de estas casas para la formación de las niñas. Esta propuesta fue analizada y rechazada en 1813, por considerarse insuficiente y por carecer de fondos para este destino.

Mejor suerte encontró en sus gestiones el Metropolita Lebechki, quien en 1821 solicitó con éxito el permiso para reabrir el noviciado. Que se concretó en Slovita y con la afluencia de nuevas vocaciones se salvaron de la extinción ambos monasterios.

En 1897 se introdujo la estricta clausura y se le asignó un visitador que debía ser mediador entre la jerarquía eclesiástica y las monjas.

A consecuencia de todo lo vivido a través de la dificil historia de muchos siglos. cada comunidad monástica en forma independiente entró a regirse por propias costumbres que distaban mucho de la organización y unidad que poseían las religiosas en los países de occidente o de los monjes basilianos que fueron reformados por San Josafat.

Reconversión de las hermanas basilianas

En la última década del siglo XIX comenzó la reconversión de las monjas basilianas, por iniciativa del cardenal Cembratovech y el amplio apoyo del Superior de los Basilianos Andrés Szeptyczkyj, quien solicitó que la reforma de los monasterios femeninos fueran realizadas por los sacerdotes monjes de la misma Orden.

Más tarde, desde la Sede como Metropolita, Andrés Szeptyczkyj fue el más fiel defensor de las monjas basilianas, con santa dedicación animó y acompañó el restablecimiento de la disciplina monástica, de la formación y organización de las comunidades en la Galitzia de Ucrania , y las abrió a nuevas formas de acción en la Iglesia Se ocupó de las Constituciones, completó y ordenó el “Extracto de las Reglas de San Basilio” compaginadas por Belarmín Rutzky, y, como buen erudito, tradujo al idioma ucraniano las Obras de San Basilio Magno que hasta ese momento estaban en griego y latín.

La reorganización de los monasterios comenzó con un Capítulo en Slovita,  agosto de 1902, presidido por el Metropolita Andrés Szeptyczkyj y el Obispo Constantin Chejovech, allí se eligieron las superioras para los distintos monasterios, pues antes eran designadas por el obispo

Otro Capítulo General fue convocado en agosto de 1903, en él se presentó el “Extracto de las Reglas de San Basilio” y las constituciones anteriormente mencionadas. que con algunas modificaciones entraron como práctica disciplinaria. De acuerdo a ellas cada monasterio dependía del Obispo, tenía su propio noviciado, elegía su superiora con tres consejeras, de las que la superiora designaba una para su vicaria y la otra para ocupar el cargo de maestra de novicias.

En el Capítulo General de 1909, se aprobaron las constituciones y se estableció que cada cinco años se convocarían los capítulos generales, con el principal objetivo de salvaguardar el cumplimiento de las Constituciones y afianzar la solidez y uniformidad en los monasterios.

Nuevas fundaciones basilianas

La situación generada por la revolución económica europea sumada a las consecuencias de la primera guerra mundial, produjo una gran emigración de los habitantes eslavos hacia fuera de sus limites, y al encontrar condiciones favorables para desarrollo en los nuevos paises, estos asentamiento étnicos requirieron la presencia de las religiosas.

Es así como la Divina Providencia condujo a las Hermanas Basilianas hacia una nueva misión en la diáspora.

Las primeras en partir hacia el nuevo mundo, son las del monasterio de lavir en 1911, que se ubicaron en Filadelfia, Estados Unidos de América.

Otras en 1917, desde Slovita partieron a Kryzewci, Yugoslavia, por solicitud del obispo Dionisio Nariadi.

En 1921 la comunidad de Stanislav realizó una fimdación en Uzhorod , Zakarpatia y en el mismo año la comunidad de Filadelfia fundó una comunidad en Cleveland, Ohio, que dio comienzo a la Provincia de Uniontown.

En 1922 Hermanas de la comunidad de Uzhorod iniciaron una fundación en Slovaquia.

En 1935 por solicitud del obispo Nicolás Dudash las hermanas basilianas se establecieron en Hungría.

Y en 1939 como veremos, a través de en una azarosa hazaña pone Dios en manos de la Argentina un retoño de esta milenaria Orden Basiliana, contando para ello con el prodigioso instrumento de la comunidad de Pidmihailivtsi que encontró la máxima expresión en las intrépidas religiosas las Madres Sofronia Erdeli y Margarita Fendió.

Reorganización de la orden de las hermanas basilianas y nuevas fundaciones

Con las nuevas fundaciones las hermanas Basilianas desarrollaron un apostolado más activo y la organización propuesta por el Capítulo de 1909 no respondía a sus necesidades, por lo tanto la Sagrada Congregación ordenó la centralización de todos los monasterios de la Orden de las Hermanas Basiliana de todas las eparquias y exarcatos de Rito Bizantino Eslavo.

El Decreto 700/48 del 2 de junio de 1951 “Ad Septennium”, elevó la Orden de las Hermanas Basiliana a la dignidad de Derecho Pontificio y le otorgó las constituciones que sirvieron para unir todos los monasterios bajo la autoridad de una Superiora General con su consejo que debía residir en Roma, Italia.

Otro Decreto del 19 de julio de 1951 dividió la Orden de las Hermanas Basilianas en cuatro Provincias:

  1. Provincia “Corazón de Jesús”, con sede de la Casa Provincial en Fox Chase. Pennsylvania.
  2. Provincia “Madre de Dios del Perpetuo Socorro”, con sede de la Casa Provincial en Uniontan, Pennsylvania.
  3. Provincia “Cristo Rey”, con sede de la Casa Provincial en Berisso, Argentina.
  4. Provincia “San Miguel Arcángel” que nucleó los monasterios de Europa, con sede provisoria en Yugoslavia.

El tercer Decreto fechado el 14 de noviembre de 1951 designó para esta Orden recientemente centralizada la primer Curia General, que tuvo como Superiora a la Madre Eusebia Bilas y se estableció provisoriamente en los Estados Unidos de Norte América.

En el año 1954 las hermanas adquirieron la casa destinada para la sede generalicia.

El primer Capítulo General con la Orden Centralizada se realizó en Astoria, Nueva York en julio de 1954, y la primer Superiora General electa fue la Madre Zenovia Bezushko, quien con su Consejo ese mismo año se estableció en Roma.

En 1959 por Decreto de la Administración Generalicia se creó la Delegatura en Polonia con religiosas provenientes de distintas comunidades monásticas de Ucrania que habían quedado dispersas, debido a la situación política que les tocó vivir.

Durante la reorganización de la Orden, el Consejo Generalicio revisó las constituciones recibidas de la Sagrada Congregación en 1951. Estas preveían para todos los monasterios una clausura menor, de acuerdo al Derecho Canónico y para mantener el privilegio de Orden, la Sagrada Congregación exigió establecer por lo menos un monasterio de clausura, de vida contemplativa, el que se concretó en Astoria (Nueva York).

El segundo Capítulo General se realizó en Roma en 1963, luego de la muerte de la Superiora General Zenobia Bezushko, en él fue electa para este cargo la M. Claudia Fedash y se revisó el primer bosquejo de las nuevas constituciones que reformadas vieron la luz en 1965. En ellas disminuyó la clausura y se estableció las reglas para la rama de los monasterios de vida contemplativa.

En el año 1966 por solicitud de las monjas italianas del monasterio “San Basilio” la Sagrada Congregación para las Iglesias Orientales por decreto lo anexó a la Orden de las Hermanas Basilianas.

En el año 1967 las Hermanas de la Provincia “Cristo Rey” de Argentina invitadas por el Obispo Ivan Prashko realizaron una fundación Basilianas en Cidney, Australia

En 1969 se llamó a Capítulo General extraordinario para la elaboración  de las nuevas Constituciones mirando el Concilio Vaticano II.

El tercer Capítulo General de 1971 eligió Superiora General a la Madre Emelia Prokopik y entregó las constituciones provisorias como primer paso a la renovación solicitada por la Iglesia, según el deseo del último Concilio en el espíritu del Evangelio, de los Santos Fundadores y acorde a los nuevos tiempos.

En 1972 por animación del Cardenal losef Slipyj y del Obispo losef Martinetz y de la Administración Generalicia comenzó la fundación Basiliana en Canoinhas. Brasil. en labor conjunta de las Provincias de Filadelfia y Argentina.

El cuarto Capítulo General, en 1977 eligió nuevamente a la Madre Emelia Prokopuk como Superiora General y como fruto de experiencias, estudios y oraciones dio a la Orden nuevas Constituciones con carácter temporal.

En el año 1981 la Provincia religiosa de Filadelfia crea una Mision Basiliana en Missisaga, Canada

En el año 1983, el quinto Capitulo General, eligió Superiora de la Orden a Madre Cristopher Malkovsky y aprobó las Constituciones y Directivas Generales bajo el nombre de “Camino Kenótico”, el mayor logro fue la definición de la identidad y la misión de las Hermanas Basilianas.

El sexto Capítulo General eligió a la Superiora General Madre Día Stasiuk, durante el mismo se realizó una declaración solicitando la libertad religiosa para los países oprimidos, en particular por la Iglesia Greco Católica.

El sistema comunista ateo no resistió la fuerza de la oración y del sacrificio. En 1989 y 1990 fue arrojada la opresión y brilló la libertad para los países que estaban bajo la URSS. Las Hermanas Basilianas de Ucrania, Rumania, Checoslovaquia, Hungría y Polonia comenzaron a reorganizarse y recuperar sus antiguos monasterios.

La primer muestra de la renovación fue la creación de la Provincia religiosa de las Hermanas Basilianas en Rumania en agosto de 1989 con el nombre de “Inmaculado Corazón de María” con sede en Cluj — Napoca.

En 1990 se creó la Provincia Santísima Trinidad en Ucrania con sede en Lviv y con un monasterio de clausura en la misma ciudad.

El séptimo Capitulo General, eligió nuevamente a la Madre Día Stasiuk, conu Superiora Mayor de la Orden Basiliana. Este capítulo tuvo la particularidad de congregar por primera vez a delegadas de Ucrania, Rumania y Hungría, quienes por largos años fueron parte de la Iglesia del Silencio.

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