a) Invitación y condiciones para la misión:
Mientras en Misiones la Iglesia Bizantino Ucrania Católica se iba robusteciendo bajo la labor de los sacerdotes y religiosas de la Orden Basiliana, en otros lugares del país, los mismos asentamientos étnicos con fieles greco católicos, algunos con cuarenta años de permanencia, carecían aún de asistencia espiritual.
En el año 1940, el Padre Ipatio Mayka desde la provincia de Misiones llego a Berisso, localidad vecina a la Plata, para atender a los fieles de Buenos Aires y zona de La Plata. En 1942, este mismo sacerdote se dirigió a las Hermanas Basilianas establecidas en la Provincia de Misiones, solicitando apoyo en el trabajo pastoral y ofreciéndoles la posibilidad de abrir una comunidad en Berisso para atender a los emigrantes ucranios. Las religiosas, a pesar de que eran pocas, sintieron en esta invitación la necesidad de su pueblo y el llamado de Cristo. Por otra parte, veían en la ciudad de La Plata un lugar adecuado para que continúen sus estudios las Hermanas jóvenes y aspirantes.
Acudieron al lugar y se contactaron con las Hermanas Canossianas que desde unos años atrás vivían en este pueblo. Se interiorizaron de sus experiencias y trabajos en la localidad. Al conocer la realidad, les impresionó sobre todo la cantidad de niños que deambulaban por las calles descuidados y sin escuela. Al respecto escribió la Madre Sofronia
“Hay todavía muchos niños abandonados, sin protección. Analizamos y decidimos procurar una casa y un jardín- guardería en Berisso; preparamos la nota para el Arzobispo”.
El Arzobispo de la Plata, Mons. Juan Chimento, las recibió acompañadas por el P. Mayka. Ellas le manifestaron sus deseos y planes. Con paternal bondad el Arzobispo acogió las propuestas y como buen pastor puso sabias condiciones.
l- La comunidad inicial debía reunir cuatro religiosas, como mínimo
2- La feligresía debía brindarles el albergue y la subsistencia durante un año o hasta que ellas pudieran ganársela por sus propios medios.
Hizo responsable al P. Mayka de que se cumpliera lo establecido en el punto dos; de lo contrario las religiosas debían retornar a la provincia de Misiones.
De inmediato, el P. Mayka se puso en campaña para lograr un compromiso firmado por las organizaciones ucranias, que hicieran posible y aseguren la permanencia de las religiosas
Las Hermanas, por su parte, quedaron en orante espera, sabiendo que dada las condiciones, la decisión última la tomaría el Obispo y esta sería para ellas la manifestación de la voluntad de Dios. Mientras tanto proyectaban la posible misión.